Thursday, November 19, 2015

Tres Mujeres- Sylvia Plath
Segunda Voz:
Cuando la vi por vez primera,
esta pequeña hemorragia, no lo creí.
Veía a los hombres andar a mi alrededor,
en la oficina.

Estaban tan tranquilos!
Algo había de cartón en ellos,
"¿Entonces sería un pecado, este viejo amor?"
después comprendí

Esta banalidad tan vacía, la que engendra
las ideas, las destrucciones,
Los buldozers, las guillotinas, las habitaciones
blancas llenas
De aullidos. Y las abstracciones. Estos
arcángeles fríos.

Yo estaba sentada ante mi máquina de escribir,
en sastre y tacones altos,
Cuando el hombre para el que trabajo me dijo
sonriente: “¿Vio un fantasma?
De pronto está usted tan pálida”. No dije nada.
No alcanzaba a creer. ¿Es que es tan
difícil
Para el espíritu concebir una cara, una
boca?
Los pedidos salen de las teclas
negras y las teclas negras
salen
De mis dedos alfabéticos, ellas ordenan las piezas.

Y aún las piezas, los pabilos, los engranajes,
toda una multiplicidad brillante.
Muero sentada. Pierdo una dimensión.
En mis oídos hay trenes que rugen, salen, salen.
La huella plateada del tiempo se devana en la
distancia,
El cielo blanco se vacía de sus promesas
como un tazón.

Esta resonancia mecánica
producida por mi pies.
Tap, tap, tap, tobillos de acero. Siento
una insuficiencia.

Es una enfermedad que llevo conmigo,
es una muerte
Una vez más, es una muerte.
¿Es el aire, Las partículas mortales que aspiro? ¿Soy
un pulso
Que se debilita cada vez más ante
el arcángel frío?
¿Es él mi amante?
¿Esta muerte, es ella
otra muerte?
Cuando fui niña, amé un nombre
corroído por el liquen.
¿Sería entonces el único pecado, este viejo amor

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